Modelo de diseño interior para aula inclusiva centrado en niños con autismo.

Abstract

Los seres humanos son únicos y la forma en la que perciben el entorno depende de las características particulares que tengan cada uno de ellos a nivel físico, psíquico, cognitivo y sensorial; por esta razón la inclusión y el cómo ayudar a las personas con capacidades diferentes a mirar el mundo que los rodea como un mundo de oportunidades ha tomado gran importancia. Es ahí donde el diseño social se convierte en el instrumento forjador de progreso, para sectores de la población que son tomados en cuenta pero que la estructura social no está adaptada para una atención hacia lo diferente. El diseño social como aporte hacia la educación ha sido empleado en El Cairo, con el desarrollo de un posible prototipo para escuelas para el autismo realizado por Progresive Architects, ya que, por lo general el diseño para autistas ha sido excluido de las estrategias a nivel de diseño arquitectónico. (Mostafa, 2014). Esta deficiencia también se muestra en el diseño interior de aulas de clases, que no suelen resultar accesibles para este tipo de personas. En consecuencia, el Trastorno del Espectro Autista (TEA) se considera una alteración a nivel neurológico la cual afecta comunicativa y socialmente a los niños de este colectivo, limitando que se puedan adaptar al entorno que los rodea incluido el educativo. (Moncayo, 2023). Esto deriva en grandes desafíos en la vida diaria, e incluso estos niños pueden privarse de experiencias vivenciales y de aprendizaje en su etapa de crecimiento, al no adaptarse y disfrutar de los ambientes escolares. A nivel mundial, en la educación es necesario analizar las necesidades que presentan los niños con TEA, para implementar metodologías, infraestructura y programas educativos que respondan a dichos requerimientos. “El papel de la escuela inclusiva como agencia de socialización por excelencia y en especial el encargo disciplinar de los educadores, se vuelve decisivo en el desarrollo cognitivo, afectivo y volitivo de las personas con TEA” (Hernández, Spencer, & Gómez, 2021, p. 218).